Fuji no Hana es un pueblo chiquitito, humilde y discreto como cualquier otra localidad rural de las afueras de Tokio. Su urbanismo, compuesto por unas pocas calles salpicadas por algún que otro negocio, queda recogido entre las vías del tren que lleva a la capital y el río que riega los cultivos vecinos. La gente vive tranquila, rodeada del sonido del costumbrismo que se escapa por las ventanas de las plantas bajas. Sin embargo, este ambiente plácido y aletargado, como de sobremesa somnolienta, no aburre a Shota. De hecho, todo lo contrario. Aunque el chiquito acabe de mudarse y todavía no conozca a nadie, los estudios de televisión donde graban su serie preferida se encuentran a las afueras de este pueblito, a un tiro de piedra de su nuevo hogar. Su madre le manda un par de recados, así que Shota se echa su mochila a los hombros y sale disparado por la puerta. No hay tiempo que perder. Esos recados son la excusa perfecta para dejarse caer por los estudios y, ya que estamos, fisgar un poco, pero el tiempo apremia. Al fin y al cabo, es viernes por la tarde y, como todo el mundo sabe, los viernes aparecen monstruos gigantes a las afueras de Fuji no Hana.
Con esta premisa y una cancioncilla muy opening de anime de los 90 comienza Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale, un título que apareció tímidamente en la eShop de 3DS allá por el 2013. El estudio responsable, Millenium Kitchen, es el creador de Boku no Natsugasumi (algo así como “mis vacaciones de verano”) una serie de simuladores donde tomamos el papel de un chavalín que pasa el mes de agosto de veraneo en la casa de campo de sus tíos. En esta saga, a menudo acortada Bokunatsu, el jugador explora libremente la localidad rural, sin muchos objetivos más allá de conocer a los vecinos de la zona y pasar el rato entreteniéndose con los típicos quehaceres de un chiquillo despreocupado. Se trata de una saga bastante curiosa, que esencialmente busca que proyectemos nuestra nostalgia en el protagonista y que exploremos —o recordemos— la sensación de ser un niño, estar de vacaciones, y tener todo el tiempo del mundo.
Y dentro de la obra del estudio, Attack of the Friday Monsters! funciona como una especie de spin-off de Boku no Natsugasumi (un corte más experimental e independiente y una narrativa con más peso son las principales diferencias). El juego mantiene como leitmotiv algunas de las ideas que ya propusieron sus predecesores, pero las lleva un paso más allá ayudándose de su ritmo, su tono, y de la atmósfera que crean entre los dos.

Como ya he dicho antes, Fuji no Hana es un pueblo pequeño, una de esas localidades tranquilas donde todo el mundo se conoce, y donde se manejan unos ritmos muy distintos a los de las grandes urbes. Para hacer que conectemos con esta ambientación y nos mostremos más receptivos a sus temas, el juego prepara el terreno ofreciendo desde los primeros instantes una experiencia súper amable. La jugabilidad, por ejemplo, que consiste en ir de aquí para allá interactuando con los vecinos y explorando los rincones, o las ocasionales partidas al juego de cartas del momento que podemos echar con el resto de niños, hacen mucho por sincronizarnos con el ritmo pausado que el título propone. Y, sin embargo, son los detalles más sencillos (la naturalidad de los diálogos, la simpatía de la paleta de colores, el estridulo de las chicharras y, en general, su ambiente algo mamarracho) los que consiguen que nos sumerjamos por completo en su propuesta costumbrista.
Pero pongamos de una vez las cartas sobre la mesa. ¿De qué trata Attack of the Friday Monsters!? Buena pregunta. Supongo que, desde una posición bastante próxima al spoiler-free, podríamos decir que el juego habla del estilo de vida tan distinto entre las grandes ciudades y los pueblos, de las dificultades para volver a empezar en un sitio nuevo, y del desgaste de las relaciones con el paso del tiempo. También, a un nivel más introspectivo, es una obra que trata la resignación, el hecho de acomodarse en el mal menor, y la dicotomía entre tener que renunciar a tus sueños o verte arrastrado al abismo por ellos. Pero, sobre todo lo demás, habla de la inocencia como la principal diferencia entre niños y adultos.
En los zapatos de un chaval de 10 años, Attack of the Friday Monsters! anima al jugador a hacer un cambio de perspectiva y ver todas estas cuestiones como las percibiría un niño de esa edad. Shota no existe ajeno a estos problemas, son conflictos que forman parte de su día a día y con los que tiene que convivir, pero la inocencia con la que ve el mundo hace que para él no tengan tanta importancia como sí la tienen, por ejemplo, para sus padres. De este modo, el título desarrolla sus temas en segundo plano mientras nos explica en primero la aventura que el protagonista vive investigando el misterio de los monstruos de los viernes. Muestra, por así decirlo, la rutina diaria a través de un filtro de imaginación infantil, e impregna de fantasía mundana todo lo que toca.


Es en esta mundanidad, en lo agridulce y familiar que resulta, donde se encuentran los mayores méritos de Attack of the Friday Monsters! ¿Existen de verdad los monstruos? ¿Tienen esos rumores alguna relación con el estudio de televisión a las afueras del pueblo? ¿Qué sucede realmente en Fuji no Hana? El juego es intencionadamente remolón a la hora de responder las preguntas que él mismo formula, y plantea con frecuencia situaciones poco claras para, de nuevo, llevarnos a la posición de un niño intentando atar cabos, rellenando con su imaginación los huecos que los adultos no le explican. Todo el mundo parece saber sobre los monstruos de los viernes y, aun así, solamente los niños del pueblo son conscientes de lo extraordinario de estas apariciones. El resto de habitantes, aunque todos las mencionan en alguna ocasión, parecen haberse acostumbrado a ellas, como si después de tantos años los monstruos se hubiesen integrado en el hábito popular y solamente despertasen hastío y algunos refunfuños. Con el tiempo, la rutina terminó absorbiéndolos, igual como hace con todo lo demás. Millenium Kitchen nos habla de la pérdida de la emoción (o, de nuevo, la inocencia), de cómo el ganar experiencia en la vida es inseparable de perder la capacidad para sorprendernos, y lo hace con un tono cercano, sincero, y muy humano.
Attack of the Friday Monsters! es un título corto, no dura más de dos o tres horas y estoy seguro de que la mayoría de personas que lo han completado lo hicieron del tirón. Sin embargo, que sea corto no significa que sea rápido ni que se vaya pronto. El tono familiar que desprende la obra y ritmo pausado al que se cocinan sus ideas hacen que llegue hondo y deje poso. Si Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale consigue que conectemos tanto con su propuesta es porque, al igual que el resto de la saga Bokunatsu, apunta a un tipo de nostalgia muy específica, unas sensaciones concretas con las que todos podemos identificarnos. Todos hemos sido un chaval que se monta sus propias películas y lo flipa en colores. Todos, también, nos hemos enganchado a una serie y hemos sentido que el mundo giraba alrededor de nuestra relación con ese programa. Todos, desgraciadamente, hemos perdido buena parte de la inocencia con la que un día vimos el mundo y todos, en cierta manera, la echamos de menos.