1. Gris
Poca broma como empiezo el año. Si bien es cierto que que no conecté con él al nivel que lo han hecho muches, al final acabé superado por el apartado artístico del juego. Y creo sinceramente que es lo que busca. No quiere inventar o innovar en mecánicas ni estructuras nuevas, y eso no tiene nada de malo. En contraposición, el bueno de Conrad hace que se cumpla lo que ya empieza a ser un cliché: Cada vez que pulsa el botón pause puede ser un fondo de escritorio. El mérito para Nomada Studio, que ha aparecido en el radar de jugadores por todo el mundo.

2. Windjammers 2
Sin haber jugado al primero y no saber con exactitud las novedades, sí diré que es interesante las dinámicas que generan los partidos. Uno vs uno, cancha muy cortita y beneficios en ejecutar acciones inmediatas, se genera un combate/discusión entre dos profesionales que parece que llevan más tiempo del real practicando. Y a tope con el homenaje a la recreativas en todos sus apartados. Eso sí, fácil de jugar, difícil de dominar.

3. Out There Somewhere
Juego que llegó a mi radar por Pazos64 pero que me recordó por twitter @amora_b. Y ese motivo, deciros que tiene a parte del equipo de Celeste detrás, podría bastar para recomendaros Out There Somewhere. Plataformas que a priori explota un gimmick (en este caso el protagonista hace uso de una pistola de teletransporte para llegas más lejos) pero que esconde bastante profundidad en sus saltos. Y si eso no es sufciente, deciros que cuesta menos de 1€ y que dura una horita debería servir para que corrieseis descontrolades hacia la cartera, sacaseis una moneda de euro e intentaseis meterla por el puero USB del ordenador cual carrito de la compra.

4. Loop Hero
Desde que vi el primer trailer me recordó, sin tener en cuenta lo mecánico, a Darkest Dungeon o a Slay the Spire: juegos en los que se ve a primera vista su profunfidad y que ahí reside su calidad. Por supuesto tambíen se parece a ellos en los vicios que te pegas y en eso de «una run más y lo dejo«. Pura droga, vaya. Este, por lo menos, tiene una conclusión más asequible, y se ve la luz al final del túnel. Mención especial a todo el apartado artístico, que imita y transmite a la época de los pentium y del Prince of Persia original.

5. FAR: Changing Tides
Con un recuerdo genial de su primera entrega, me lancé de cabeza a por este. Y sí bien es verdad que es muy continuista, no me ha atrapado tanto. Quizá por que se ha perdido el factor sorpresa o por que no he podido evitar fijarme más en sus fallos técnicos —da la sensación que están ahí más por que ha faltado tiempo para pulirlos—, FAR: Changing Tides se queda en tierra de nadie. Eso sí, el equipo le tiene cogido el pulso a eso de crear ambiente y generar momentos y sensaciones de los de quedarte tieso frente a la pantalla.

6. F1 2020
En este caso que sea un título numerado es lo de menos. Siempre he sido seguidor de las carreras de estos monoplazas —se escribir Schumacher sin consultarlo, ojo—, pero llevaba casi 10 años sin acercarme a uno de sus juegos. Con un recuerdo ya lejano, jugar a esta entrega me ha sorprendido en lo que se ha ganado en credibilidad, y creo que esto se podría aplicar en la mayoría de juegos basados en deportes. Se siente más que nunca cuando el coche sobrevira, la tensión de tener los neumáticos muy desgastados e incluso empatizas con Raikkonen —este si lo he mirado—, cuando manda callar a su ingeniero de pista.

7. Star Wars Jedi: Fallen Order
Si se inventase una categoría Pop para videojuegos, este entraría de lleno. Ya se habló mucho de la situación de EA con los juegos de Star Wars y lo conservador que es Star Wars Jedi: Fallen Order. Ya con el mando, llega a ser increible lo poco o nada nuevo que propone y lo mucho que coge prestado. Quizá lo más meritorio es que esas referencias no son las más obvias, y logra ligar bien Dark Souls y Uncharted. Hay simil de comida por aquí con lo fácil que entra y lo poco que sacia, pero como eso puede llegar a ser personal, les animo a rellenar los huecos. En mi caso, claramente es una ensalada normalita, sin ningún ingrediente extravagante.

8. Gorogoa
De esas propuestas, de cuando Annapurna no fallaba ni una, que se ganan la buena reputación por innovación e intención. Dan ganas de ponerlo en contraposición con los superventas del medio y señalar lo mucho que le tienen que envidiar a Gorogoa —sería muy injusto—, pero haberlo jugado inmediatamente después del anterior en esta lista y habiéndome inspirado y sugerido muchísimo más, uno pone en valor la creatividad y la sencillez de estas propuestas en detrimento de las grandes empresas con más músculo. Que igual he dado muchas vueltas para decir algo obvio, pero que te lo recuerden juegos como Gorogoa da gusto.

9. Picross S
Si queremos hacer sopas de letras, vamos a un quiosco y compramos un libros de pasatiempos con estos acertijos en su interior. Pues si nos apetecen unos picross y tenemos una Nintendo Switch, vamos a la tienda digital regentada por Mario y adquirimos uno de los Picross S.Todo bien, hasta que me encontré con los Mega Picross, en los que hay números que afectan a dos filas o columnas. Cuesta llegar a entenderlos, y una vez lo hice, en momentos sentía que los completaba por suerte, y se pierde esa exactitud que hace de los nonogramas un puzle de lógica perfecto.

10. Tunic
Las primeras horas se colocan entre las mejoras de la industria, y no por historia ni por lo que está pasando, si no por la sensación de descubrimiento que nos vuela la cabeza. Casi cada minuto encontramos un nuevo pasadizo, una nueva mecánica o una nueva página del manual que nos confirma esa respuesta que nos rondaba la mente con un sonoro «Aaaaaaaaaah». Y, ya que me sacáis el tema, lo del manual no tiene sentido. De las mejores muestras de cariño a ese pequeño arte que se ha perdido con el tiempo, que reivindicarlo me hace sentirme viejo, pero del que generalmente se guarda un gran recuerdo. Quizá la mezcla final de forma Tunic contengas más trazas de las que me gustaría de Dark Souls, pero, en general, deja muy buen poso.
11. The Legend of Zelda: Link’s Awakening
No llevo muas aventuras por Hyrule a la espalda, pero desde la primera me fascina como en este reino cabe cualquier cosa. Una civilización en miniatura, una luna espeluznante que destruye el mundo, gente-pez o máquinas de guerra gigantes. Pues Link´s Awakening me ha parecido el más raro en este sentido hasta el momento. Desde el comienzo, con Link despertando en una isla, a priori lejos de Kakariko y los demás lugares habituales, hasta una aldea poblada entera por, como se les llama por ahí, furros, a lo Bola de Dragón. Por lo demás, lo que se puede esperar de un Zelda 2D: mucha mazmorra y mucho paseo por el inventario cambiando de objetos equipados; que si gusta la movida, adelante, se disfruta un montón. Y, por supuesto, mención especial al aspecto visual de esta edición para Switch, que personalmente cubre mi fetiche por las estéticas parecidas a dioramas.

12. Final Fantasy XIII
Puede que ya no se pueda jugar al título sin tener en mente la caña que se le dio en su día, o quizá tenga que pasar mucho tiempo. Entré en él juego como fan de la saga, consciente de toda la polémica, pero también animado por tanta gente que se anima a reivindicarlo últimamente. Y, sin duda, me sumo a este grupo. Desde luego es un Final Fantasy raro, y deja de lado la libertad para viajar —hasta cierto punto, bastante avanzado el juego—, las visitas a poblados y las charlas con sus habitantes, y lo hace todo mucho más directo. Sí, hablo de pasillos, que nada tiene que tener de malo si apetecen. En el combate, aunque influencia mucho al bien logrado sistema de Final Fantasy VII Remake, perdemos control sobre los miembros del equipo y es todo mucho más automático. Pero para nada es un juego olvidable. He cogido cariño a sus personajes y, tras una primeras horas confusas, llegué a meterme en su trama. Lo dicho, me sumo y reivindico el comienzo de las aventuras de Lightning y sus coleguitas.

13. Signs of the Sojourner
En lo lúdico, es un juego de cartas cooperativo para un jugador, que ya se las trae, pero es quedarse muy corto. El principal atractivo es que hay unas cuantas formas de entender la clave del título. Para mí, trata sobre lo fácil que es entabalar una conversación, entenderse y llegar a un punto en común con la gente de un entorno familiar y conocido, y como esto se complica a medida que nos alejamos, en este caso, de donde crecimos. Además, el núcleo jugable que se crea teniendo que ir al pueblo de tanto en tanto hace que lo de «un viaje más» aparezca, y cuando nos hayamos querido dar cuenta, casi lo habremos acabado.

14. Dragon’s Dogma: Dark Arisen
Sin haber jugado a muchos RPGs de acción, este lleva bastante bien la mezcla. En general diría que pierda el rolazo, pero para les que vieron y fliparon con la trilogía de El Señor de los Anillos y esta fue su puerta de entrada para interesarse por el rol de mesa u otros juegos relacionados, aquí es donde he encontrado la mayor similitud. Por que disparar con el arco a un cíclope mientras tu peón escala su espalda para clavarle la espada en la cabeza, el mago lo congela y el guerrero le casitga las espinillas, recuerda a Minas de Moria. Situaciones así hay unas cuantas, pero escasea la variedad de enemigos y puede hacerse algo repetitivo. Entiendo que sea un juego de culto y la gente lo reclame, y ahora voy yo también en ese carro. Itsuno, te quiero.

15. The Bookshelf Limbo
Deconstructeam es un estudio que con muy poco sabe transmitir dilemas humanos en sus juegos. Con poco esta vez me refiero a tiempo. En tan solo unos minutos y planteando una situción cotidiana pero no por ello menos trascendente, nos ponen en la piel de alguien que le quiere comprar un libro a su padre, va a una librería y tiene que decidir cual. Para ayudarnos, tenemos bastante información de cada ejemplar y, por, supuesto, no hay una elección errónea. Con estos alicientes somos capaz de ponernos en la tesitura del protagoniste y, automáticamente, proyectar nuestras relaciones personales y tenerlas en cuenta a la hora de tomar una decisión.
16. The Supper
Me recuerda a los buenos cortos, los que en media hora son capaces de contar una historia y cerrarla —lo admito, al no ser yo muy cinéfilo, mis referencias son los de Pixar—. Que funcionan casi como un chiste o una frase hecha, con mucho sentido, que como viene, se va. Lo de la duración, de nuevo cortita, es literal. En ese tiempo y a modo de aventura gráfica de las clásicas sencillota nos cuenta un cuento algo cruel, pero que acaba sacándonos una sonrisa.

17. Prince of Persia: Sands of Time
Antes de nada, me he traído la PS2 del pueblo, así que esperen nostalgia en grandes cantidades. Intenaré no pasarme. Tenía claro por donde empezar. Tengo recuerdos de jugar al PoP de MS-DOS con apenas 4 años y esté entró fuerte en mi familia. Sabiendo lo que es, por que lo voy rejugando cada poco tiempo, salvo la cámara, que ha envejecido mal, el resto es un juego que hace de sus plataformas y sus combates puzles chiquitos. Como llegar a el balcón más recóndito de la sala es cuestión de ir avanzando de la manera más loco-parkourista posible, aderezado con un puntito de acción que luego aprovecharía Uncharted. Y las peleas, aunque al final se hacen pesadas, se resuelven probando las diferentes y numeradas combinaciones entre la espada y la daga para acortarlos en los variados tipos de bichos feos. Bastante buenote, vaya.

18. Gun Rounds
Mini roguito del bolsillo que, si como a mí, os gusta el género pero os dan parraques solo de pensar en la de horas que hay que jugar para ver todos los desbloqueables, caminos secundarios y jefes finales, va genial. Lo básico es gestionar la munición que tenemos, aprenderse los ataques de los enemigos para hacer parrys como poseído por Chuso y buscar la sinergia que nos sea más cómoda para matar monstruitos al compás del ritmazo de la banda sonora.


19. Poinpy
Hay juegos de móviles que se empeñan en mostrar que, ciñéndose a el dispositivo, se pueden hacer experiencias que se alejan de los sobres, el pagar por vidas y demás estrategias que huelen a cerrado. Bajo el sello de Ojiro Fujimoto, persona muy a tener en cuenta a partir de Downwell, Poinpy ofrece una experiencia de las de pasarte de parada y piernas dormidas en el baño. En cuanto hace click —no se hace derogar—, encadenar saltos y recoger frutas para el monstrogato que nos persigue se convierte una tarea divertida que, por supuesto, acaba cuando tiene que acabar, dejando una jollita de escena final para el recuerdo. Geoff, mírate Gameno que este va pa los GOTY.

20. Split/Second
Quien me ha oído dar la turra en algún Twin-Stick con los arcades de conducción podría vaticinar que me lo jugara más temprano que tarde era inevitable. Si habéis jugado antes a el NFS Most Wanted de PS2 y a Burnout, os parecerá una combinación de los dos, y es tán suculento como parece. Añade además el toque de Death Race ambientándose en un programa de televisión. Esta mezcla se resuelve en una salsa de coches, puentes derrumbándose que cambian el recorrido del circuito y helicópteros que disparan misiles a la pista mientras competimos por llegar el primero a la meta. Pocos juegos de conducción se pueden permitir prescindir de velocímetro y no enrarecerse, y estamos ante uno de ellos.
21. Destruction Derby 2
Otro rescatado del pueblo. Recuerdo tardes y tardes por el trazado de Chalk Canyon y Pine Hills Raceway, y también lo tenía fresquito. La saga, aunque breve, marcó un camino, ese que recorrieron FlatOut y Wreckfest bajo el mantra de Sucesores espirituales de Destruction Derby. El primer título sembró lo que este cosechó, con un motor de físicas y una conducción que, si bien a día de hoy están superados, entonces eran más o menos innovadoras. En un Twin-Stick comenté que si le das a un niñe dos coches, lo primero que va a hacer es lanzarlos a la vez para comprobar cual es más rápido y luego en perpendicular para observar tremendo piñazo. Estos juegos satisfacen esa necesidad tan pura a la vez que infantil. Eso sí, esto se queda en la ficción. 0 risa en la carretera.

22. Mario Strikers: Battle League Football
Está la equipación de Betis, Luigi se baila un cumbiote cuando marca y Yoshi se come el balón para chutarlo en forma de huevo con un golpe de culo, un golpeo a la altura de muy pocos, envidiado por grandes nombres del balompié mundial como Javier «Chicharrito» Hernández o Mark Lenders. El problema es el resto. El juego es divertido y disputar partidos, sobre todo en el multijugador online, da para rato pero se le acaba el fuelle, y nos encontramos con que dejamos de jugar no por que nos parezca malo, si no por que lo que ofrecía a no era suficiente. Una pena que, por lo que tengo entendido, viene siendo la norma en los últimos arcades de deportes publicados por Nintendo.

23. Teenage Mutant Ninja Turtles: Shredder’s Revenge
Su mejor virtud es que tiene muy claro lo que quiere ser y donde quiere y puede llegar. No busca reinventar los Yo contra el barrio, pero si ser uno muy bueno, siendo conscientes de las limitaciones de un género que, aunque vigente, parece que le cuesta seguir la estela de otros géneros que han evolucionado con el paso del tiempo. Nostálgico como él solo, abraza los 90, sprites y un apartado deliciosos, un humor de dibujos animados de la época y la mejor saga de la historia basada en quelonios expertos en las artes oscuras de la guerra. Por supuesto, la experiencia mejora si se comparte la acción con amigues —y si la otra persona es la que sale en el Quiénes Somos de esta web, mucho más—. Este lo meto en los GOTY, ya veréis.

24. Super Monkey Ball: Banana Blitz HD
Creo que nadie, en algún punto de si vida, ha dicho «Me apetece un buen juego de equilibrio en el que controles una bola y lo que muevas sea el escenario», pero muches tenemos recuerdos de habérnoslo pasado bastante bien con un Monkey Ball. El mayor mérito de la saga se hizo hace mucho. precisamente al capitalizar y hacer propia una mecánica que hasta Crash a utilizado pero que nadie explota como Sega. Poco más que decir, solo que protegeré a Aiai con mi integridad física si hace falta y que no se olviden de comer muchos plátanos, que son increíbles para la salud.

25. Tinykin
Una de las sorpresas del año. En lo jugable se puede decir que es un Pikmin en mundos cerrados tipo los Super Mario en 3D, lo cual le da un toque de exploración muy fresquito. A esto ayuda, claro, que el control es bastante satisfactorio. Pero donde más destaca es en su tono. Tinikyn tiene clarísimo que quiere recordar a los Spiro y Sly, a esos juegos de mascotas que recuerdan a ratos agradables completando listas de tareas en entornos de fantasía animada. Misiones secundarias ordenadas por personajes que, aunque ninguno es memorable, querremos hablar con todos. Con humor muy blanquito, no infantil, en cada bichito de la casa se enconde una broma, una referencia bien tirada o una situación que nos dibujará una sonrisa —por supuesto que voy a volver a destacar el trabajo de Tamara Morales y Francisco Delmiro en la localización, sin duda un punto fuerte de su versión en castellano—.

26. The Forgotten City
Empiezas que no sabes ni donde te has metido, tanto en la piel del protagoniste como en la tuya propia. Seguramente, si te has animado a hacerlo ha sido por el mismo motivo que yo: mucha gente lo recomendó cuando salió como de la nada en 2021. La cosa es que una vez en faena, charlando con la peñita de la Edad Antigua y explorando el pueblo, se entienden las habladurías acerca de él. Como les desarrolladores del juego piden no hacer spoilers, os voy a animar a que le deis una oportunidad, especialmente si os gustan las aventuras de mucho hablar y poco pegar o los juegos ambientados antes de que naciese el MVP del calendario occidental.

27. Outer Wilds
Es la experiencia más única que he jugado sin que haya implicado descubrir un género nuevo. Entiende la exploración como ningún otro y la utiliza para apelar a una parte sincera de nosotres. Nos vamos a sentir señalados aunque el juego no diga nuestro nombre, a veces como individuos al surcar el universo, otras como conjunto. Al fin y al cabo formamos parte del transcurrir de los acontecimientos. Queramos o no, de manera activa o pasiva, somos y estamos, al igual que todo lo que nos rodea. Salvo que nosotres tenemos el privilegio de poder observar la información a nuestro alrededor, analizarla, pensarla, y por último y quizá más importante, enseñarla. Si pensáis que algo me ha sentado mal, jugadlo. En imperativo, ojo que me pongo serio.

28. Vampire Survivors
Tiene mérito crear una tendencia. Solo eso. Derrepente las tiendas virtuales se llenen de clones de Vampire Survivors por que básicamente han creado droga. Barata. Si los rogue-likes ya son adictivos, aquí se suprime todo, incluso la jugabilidad, para hacer bucles jugables difíciles de salir de ellos. Lo peor es esa sensación al ver una masa fea en pantalla formada de enemigos, rayos que proceden del personaje, numeritos que indican el daño que provocas —la cifra exacta da igual, lo importante es que esos caracteres sean dígitos—, y gemas que se ven atraídas por el cazavampiros, y saber exactamente que ocurre. Peor todavía, que nos guste.

29. Metal Slug 4

Una de las fórmulas perfectas de la industria. Podrían hacer millones y no dejarían de ser divertidos ni de encajar en cualquier situación. Lo sprites siguen siendo deliciosos y el gameplay, el mismo que el del primero. Es decir, maravilloso. Eso sí, esta vez se siente más popurrí de cosas que los demás. En los Metal Slug cabe de todo: Zombis, momias, aliens, un mono con una pistola láser. Hasta nazis. Pero este es la prueba de que si te pasas de ultraloco, queda un pelín menos memorable. Eso no quita que si vienen amigues a casa, seguramente le peguemos un repaso.
30. A Way Out
Empezamos a distinguirle el peluquín al bueno de Fares. Se le da muy bien crear situaciones curiosas fuera de la pantalla y en el momento en el que escribo esto se ha convertido en una pieza imprescidible de la industria. Me gusta celebrar que todavía haya interes en jugar con alguien junto a nosotres en el sofá. Pero dentro de la tele, lo que se disfraza de una premisa que llevará a los personajes a conocerse mejor, tanto entre ellos como a sí mismos, queda en algo que se toma demasiado en serio a sí mismo. Salvo en algunos momentos, A Way Out se recuerda que propició entre Player 1 y Player 2. Por ahora, así vale.

31. Pikuniku
A veces no apetece pagar un buffet libre y tratar de encontrar la fina línea que separa entre el empacho y la pota. Buscar el plato con un sabor inigualable, probar nuevos ingredientes o jugar con sensaciones en la boca puede salir bien o mal. Hay situaciones para todo, claro, y comidas más convenientes que otras, dependiendo. Pero hay bocaditos, trocitos muy dulces y coloridos difícil de negarse a ellos que alejan toda culpabilidad o crítica culinaria licenciada, se consumen por pura lujúria hacía el azúcar. Pikuniku es la golosina de los videojuegos.

32. Superliminal
Lo que en un principio es un juego de puzles, otro más que se inspira en Portal para hacer avanzar su trama, mecánica curiosa, narrador y experimento incluido, se reserva para el final un girito que cobra un nuevo sentido a lo que llevamos haciendo durante 3 horitas, y sienta muy bien. No me ha cambiado la vida, pero lo recordaré de manera especial.

33. Formula Bit Racing DX
Jueguin patrio que descubrí gracias a DeVuego. Me acerqué a él recordando esas tardes en minijuegos.com, buscando algo parecido a el típico juego de carreras arcade visto desde arriba. Y lo encontré. Es simple —por que su propio concepto se lo pide—, tiene sus fallos, pero también lo he visto peores, así que aunque sea muy específico, nunca entran mal este tipo de propuestas desenfadadas.

34. Picross S 2
Como quiero ir jugando a todos los Picross S por el simple hecho de hacer nonogramas, a partir de ahora en este espacio voy a recomendar otro juego abriendo el libro La Ley de Murphy y citando una de sus normas al azar junto con un GIF lo más acorde que encuentre. Hoy es el turno de la Ley del Trabajo del Laboratorio: El vidrio caliente tiene la misma apariencia que el vidrio frío.

35. Hotel Dusk: Room 215
Es la primera vez que lo paso, así que solo puedo juzgarlo por lo que me ha parecido en 2022. Lo aclaro por que es un juego que aparece en muchas listas de los mejores juegos de la DS. Lo entiendo, por que sigue siendo guay como aprovecha la DS para sus mecánicas, pero a día de hoy se ha aprovechado más el control táctil. Y la historia, aunque tiene sus momentos, es un poco película de ponen los fines de semana después de comer, todo lleno de terribles casualidades, personajes demasiado intensamente serios y diálogos que siguen adelante por que ninguno de sus participantes está programado para mandar a la mierda al otro. Kyle Hyde, payaso.
