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1. Pentiment

Se puede vender el juego como un Murder Mistery, no creo que te metan en la cárcel por ello, pero para mí es secundario. He disfrutado mucho más la parte de hablar con la gente de Kiersau, el conocer las costumbres de la época, y en definitiva cuando tenía la sensación de estar aprendiendo sobre un momento histórico. Ayuda que esté tan bien escrito, su tono y el arte tan bien elegido. Una joyita que, a pesar de no ser mi tipo de género, ha sido una experiencia enriquecedora.

(Obsidian Entertainment, 2022)

2. The Bouncer

Juego de culto al que se le recuerda más por las risas y por ser muy nomuresco, y a eso fuimos cuando nos pusimos a los mandos Américo y yo. La primera pasada —dura dos horitas y la mitad son cinemáticas—, resultó ser lo que esperamos: exceso de cremalleras, tribales, un tío con cuernos y chupa de cuero, y demás mamarrachadas. Pero animados por el progreso, enfocado a que lo completemos varias veces, llegó a atraparnos su jugabilidad y las sorpresas que guarda el título. Esto no quita lo ridículo, pero una vez te quitas el reírte de él, se descubre entretenido. Pegar tollinas se vuelve el núcleo, como debe ser, y todos los pequeños añadidos, como las pantallas de carga en las que se muestran diálogos que expanden el trasfondo de cada personaje, dan dulzura al pastel.

(SquareSoft, 2000)

3. It Takes Two

Centrándonos que se entra a él por el multi, es de sobresaliente. La cantidad de mecánicas variadas que nos lanza todo el rato, en las que se pone el foco en que ambes jugadores colaboren, hace que nos sintamos una mitad de la entera que se necesita para que el juego avance. Es de lo que va el título, y adoro que los videojuegos nos cuenten a través del gameplay, aunque sea de manera tan obvia, así que Fares ha ganado. Otra vez. No hay otro igual así que tampoco nos queda mucha opción si buscamos jugar con otre al otro lado del sofá. Y si os preguntáis si puede servir para que alguien que nunca ha cogido un mando lo haga, afirmativo, pero hay fases que requerirán más paciencia que otras.

(Hazelight Studios, 2021)

4. Super Mario Land 2: 6 Golden Coins

Como para muches, es uno de los juegos que más recuerdos me traen de la Game Boy, así que cuando lo añadieron a la Switch, fui corriendo a él. Me acordé de inmediato de lo raro que es para ser un título del fontanero: un mundo entero siendo minúsculo, enemigos que son hormigas, la pantalla con moco pegajoso… observé que, quizá ahora, con más años, a Mario ya le pueden echar de todo, que le sienta bien. Me sorprendió que tanto el aspecto gráfico, bastante resultón tratándose de la primera portátil de Nintendo, como en lo jugable, el juego se mantiene en forma. Los saltos, las inercias y la buena respuesta de los controles, añadiendo la presentación de Wario, lo hacen una entrega del bigotudo la mar de digna.

(Nintendo, 1992)

5. Kirby’s Dream Land

Comparado con el título anterior, me parece la versión accesible de este tipo de juegos de la época: plataformas en 2D, scroll lateral y enemigos para molestar. Salvo en los jefes, la dificultad esta muy medida. Con la inclusión de la mecánica de que Kirby se hinche recogiendo aire y así volar cuanto nos de la gana, el juego nos tiende la mano. Eso sí, la cosa se pone peliaguda en niveles avanzados, pero durando lo que dura —algo más de media hora—, creo que el objetivo aquí es que dominemos sus mecánicas para ver los créditos finales. Y dar a luz a uno de los personajes más icónicos de la industria, de paso.

(HAL Laboratory, 1992)

6. Need for Speed: Underground

Un juego clave por varios motivos. Lo primero es que es un reflejo de una época y un estilo. Esto último ha envejecido bastante bien, pero los bugas, las pibas y los neones no pasaron los principios de siglo —menos mal—. También sentó las bases de los arcades de conducción en la sexta generación de consolas, aunque el gameplay de esta entrega acusa un rubber banding que en ocasiones llega a estropear la experiencia. Por si mismo se salva, pero no hay que perder de vista que fue el comienzo de una de las mejores rachas de la industria. Tardaron unos cuantos años hasta que otras sagas desafiaron a los NFS a la cara.

(Electronic Arts, 2003)

7. Crisis Core: Final Fantasy VII Reunion

Muchas cosas. Respecto al de PSP, las actualizaciones tanto visuales como jugables le han sentado de maravilla, y hacen que el de 2007 se sienta vigente a día de hoy. Podían haber reescalado las cinemáticas, ya que se ponían, y sigue arrastrando el problema de que las secundarias desbalancean el progreso respecto a las misiones principales. Por último, la historia se siente un injerto improvisado a FFVII añadiendo tantos personajes importantes que no se mencionan en el título numerado. Sí que le da identidad como juego a parte, pero es difícil verlo así. Su mayor mérito, y no es poco, es profundizar en el personaje de Zack y su relación con Aerith, y creo que, con mi corazoncito de adolescente en alto, hace un gran trabajo y concluyendo con uno de los finales más duros como jugador. Zack, siempre contigo.

(Square Enix, 2022)

Kenny Barranco

A veces informático, otras guitarrista. Calvo a tiempo completo. Me flipa el punk rock y las fabes asturianas, pero todavía no he probado a mezclar las dos cosas. Jugador a veces de sofá, otras de silla y escritorio, pero jugador al fin y al cabo.

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